Medición de precios al consumidor: entre la ciencia y el Pro
Tras el anuncio del gobierno nacional, referido al acuerdo por el cual
las principales cadenas de súper e hipermercados mantendrán en los
próximos meses una canasta de 500 productos con los precios de venta
vigentes al 1 de febrero de 2013, el pasado sábado el diario Clarín
descubrió que "hay grandes diferencias en los precios congelados".
Evidentemente quienes tienen la responsabilidad de informar buscan
confundir. Nuestro gobierno instrumenta una política de acuerdo de
precios, y no una política de precios máximos, fijos y uniformes.
por Ana María Edwin
La dispersión de los precios es un comportamiento propio del mercado en
la Argentina y en el mundo. Este es un aspecto que el Indec tiene en
cuenta a la hora de elaborar el Índice de Precios al Consumidor del Gran
Buenos Aires (IPC-GBA) y que, entre otros, también está asociado a la
cadena de valor de los productos. La amplitud de las variaciones de
precios entre productos iguales o similares se amplifica aun más si se
considera la totalidad del territorio nacional.
A modo de ejemplo,
si como señala Clarín el precio del kilo de manzanas en un hipermercado
es de $ 12,90 y en otro es de $ 2,99, podríamos preguntarnos: ¿se está
analizando la misma variedad? Es decir, las manzanas en cuestión,
¿presentan las mismas características? Los consumidores conocemos las
diversas calidades de un mismo producto. Técnicamente, para dar cuenta
de diferencias de precios, es imprescindible que las especificaciones
sean idénticas al comparar precios en distintos locales y al realizar
las mediciones a lo largo del tiempo.
Además de las características
de cada producto, se pueden encontrar diferencias según la estructura de
la cadena de valor. Por caso, hay productos que llegan al consumidor a
través de una cadena de comercialización corta (productor-venta
minorista), en tanto otros lo hacen a través de una larga
(productor-mayorista-minorista), lo que puede resultar en que se
verifiquen diferentes precios al consumidor. Los índices, como toda la
información conexa que conforma la publicación de un Instituto de
Estadística, deben reunir los requisitos indispensables que le permitan
al usuario (público, privado, nacional e internacional) aprehender las
realidades socio-económicas.
No todos los consumidores son iguales.
Coincidiremos en que no son comparables los bienes y servicios
consumidos por una pareja de adultos mayores con los que requiere una
pareja con hijos menores o jóvenes. Tampoco es comparable el consumo de
los sectores de altos, medios o bajos ingresos.
La elaboración de
un Índice de precios apunta a medir las variaciones de productos o
servicios homogéneos; es decir, una canasta de bienes y servicios fija
en el tiempo, que son seleccionados a partir de encuestas previamente
realizadas a la población. Como quedó expresado en el ejemplo de la
manzana, durante un relevamiento de precios se enfrentan situaciones
relacionadas con la falta de homogeneidad de los productos, que deben
ser corregidas mediante la aplicación de métodos estadísticos de
valoración de atributos y mediante la selección adecuada de variedades y
locales en que se toman las muestras. Esta situación explica las
diferencias de precios para un mismo producto en los distintos locales
donde se toman los mismos.
Considerando estas circunstancias,
informar un precio promedio no homogéneo como manifestó el jefe de
gobierno Mauricio Macri con respecto al Índice de Precios de la Ciudad,
puede inducir a errores de interpretación.
Volviendo al ejemplo de
las manzanas y suponiendo que se trata de la misma variedad, el promedio
aritmético del precio del kilo de manzanas sería $ 7,95. Sin embargo,
es probable que en el mercado no haya local donde el producto se
encuentre a ese precio. Un promedio, sea aritmético o geométrico,
elimina por definición el desvío de los precios y no necesariamente
refleja los precios que el consumidor encuentra en las góndolas y
negocios de su localidad. Este es el motivo por el cual el Indec no
informa promedios geométricos de precios de las variedades que mide. En
conclusión, tiene mucho mayor valor informativo un índice de precios que
encadena variaciones de precios de productos homogéneos en una
secuencia mensual, dentro de la misma variedad, que la comparación de
precios promedio de productos con altos niveles de heterogeneidad.
Con estas definiciones técnicas estamos desarrollando un índice nacional
de precios al consumidor urbano, que contempla toda la estructura de
consumo, incluye una amplia diversidad de zonas y niveles de ingreso, y
tiene en cuenta que en el país coexisten regiones con distintas
características.
Independientemente de las ultrajantes expresiones
del Ing. Macri, seguramente resultado de su limitado vocabulario y de
su permanente necesidad de confrontar con el gobierno nacional, y más
allá de las generalidades que enunció con relación al proyecto, será
importante cotejar las fuentes utilizadas para la elaboración de la
canasta de bienes y servicios y sus ponderaciones; los métodos aplicados
para la elección de variedades bajo medición; la selección de las áreas
de relevamiento; la selección de locales informantes y sus métodos de
remplazo; los métodos de imputación de datos faltantes; el tratamiento
de valores fuera de rango y de variedades con alta estacionalidad; la
organización del trabajo de campo y las fórmulas de cálculo utilizadas;
entre otros aspectos técnicos.
Entonces, con todo respeto le sugiero
informarse en torno a nociones básicas sobre el complejo cálculo que
implica realizar estadísticas serias sobre precios, así como también
–dado que con relación al acuerdo de precios, manifestó no creer en este
tipo de medidas–, ilustrarse acerca de las políticas económicas
instrumentadas en la República Argentina.
También señaló Macri que
el proyecto fue diseñado por su ministro de Hacienda, Néstor Grindetti, y
el legislador Rogelio Frigerio (nieto). Es mi más sincera expectativa
que no sea el presidente de la consultora Economía & Regiones, ex
secretario de Política Económica del Ministerio de Economía de la Nación
en los '90, y en tal carácter máximo responsable del Indec, quien esté a
cargo de la elaboración del indicador. Los trabajadores del Instituto
recordamos que su aporte a la "calidad" y "confiabilidad
internacionalmente reconocida" de las estadísticas oficiales ha sido
nula. Por cierto, sus respuestas acerca del índice publicado por su
empresa son difíciles de calificar a nivel científico: la consultora
E&R demostró tener dificultades para sumar. La sumatoria de
ponderaciones a nivel de capítulo –el nivel más agregado– le daba 93,8%,
en lugar de 100 por ciento.
Además de la intencionalidad política
de este nuevo índice para la Ciudad, nos preguntamos: ¿cuál será su
finalidad? ¿Considerarlo a la hora de presentar el presupuesto anual,
indexar los salarios, incrementar el ABL,… o ajustar la deuda de los
porteños con el Sistema Financiero que el Ing. Macri incrementa período a
período? No obstante lo anterior, confío en los debates técnicos con el
personal encargado de elaborar el índice de la Ciudad, los que sin duda
enriquecerán el análisis acerca de la evolución de los precios al
consumidor y su medición.
Bienvenido, entonces, el baño de realidad
para quienes desconocen los principios básicos de elaboración de
estadísticas oficiales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario