BUITRES (III)
Elías Quinteros
El buitre es un ave de rapiña. O sea, es
un ave que se alimenta de animales muertos, a diferencia de otras aves que
buscan, cazan y matan a los animales que constituyen su alimento. Esto resulta
desagradable para muchos. Pero, no autoriza el juzgamiento de su conducta desde
una posición moral. Después de todo, este plumífero sólo acata los dictámenes
de la naturaleza. En cambio, las personas que proceden como los buitres o que
defienden a las que actúan como esas aves son susceptibles de dicho juzgamiento.
Veamos un ejemplo de esto último. Hace muy poco, Alfredo Leuco, en su Carta
abierta al juez Griesa, justificó la conducta de los fondos buitres con una
serie a apreciaciones sorprendentes. En el comienzo de su misiva, otorga al
magistrado el carácter de un civilizado que desconoce las costumbres y las
valoraciones de los argentinos, es decir, de unos bárbaros que, lógicamente,
actúan como tales. Y lo hace con el respeto y la sumisión que un hombre que
vive en uno de los suburbios del mundo debe demostrar cuando se dirige a un
exponente de la civilización y, en especial, a un exponente de la civilización
que vive en el centro del Imperio. “Me dirijo a usted con el fin de poner en su
conocimiento las distintas costumbres y valoraciones que hay en nuestro país.
Esa ignorancia que usted manifiesta acerca de quiénes somos y cómo actuamos los
argentinos es la que lo lleva a cometer errores groseros en sus fallos y
decisiones”. Tras disculpar la ignorancia del civilizado ya que éste no tiene
la obligación de conocer los hábitos de los bárbaros, manifiesta la intención
de contribuir al enriquecimiento de su cultura general o, dicho de otra forma,
de contribuir a la elevación de su nivel civilizatorio, para que no nos
conduzca a una cesación de pagos y, por ende, a una quiebra general: dos males
que, por el tono burlón que tiñe a la expresión utilizada, no preocupan mucho al
redactor de la misiva. “Como se dará cuenta, estimado Mister Thomas Griesa, mi
intención es ayudarlo. Y lo hago con absoluta buena fe y al solo efecto de
contribuir en su cultura general para que disponga de todos los elementos y no
nos obligue a ir a un default que a su vez nos llevaría a la quiebra como país”.
Luego, incurre en una falsedad al ignorar los pronunciamientos judiciales que
no favorecieron al gobierno nacional y, entre ellos, la duración prolongada e
increíble de una medida cautelar que impidió en su momento la vigencia absoluta
de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Y, acto seguido, cae en la
bajeza de desmerecer la actitud de un hombre que no abandonó sus convicciones
cuando asumió como presidente de la Nación. “[…] Si usted se tomara el trabajo
de estudiar un poco de historia argentina contemporánea, estimado Mister
Griesa, comprendería que desde sus orígenes en Rio Gallegos y Santa Cruz, el matrimonio
Kirchner premió a los jueces que se pusieron la camiseta del Frente para la
Victoria y persiguió a aquellos que tuvieron la osadía de investigar con
independencia la corrupción del poder político. ‘Medallas y negocios para los
nuestros y látigo y palos para los de ellos’, ha sido un principio rector en
toda la carrera de Néstor y Cristina. Esa es una convicción que no se negocia.
Y usted sabe, Mr Griesa y si no sabe le cuento, que las convicciones no se
quedaron en la puerta de la casa de gobierno”.
En los renglones siguientes, menoscaba a
Alejandra Gils Carbó (la Procuradora General de la Nación), y a Justicia
Legítima (un conjunto de jueces y fiscales que busca la democratización de la
Justicia). Y reivindica al fiscal José María Campagnoli (que tuvo, entre otros,
el apoyo de Cecilia Pando, una representante de la ultraderecha autóctona), y al
juez Ariel Lijo (que reconoció la personería jurídica y política de Bandera
Vecinal, un partido de orientación nazi). Por ende, condena a quienes aparecen
asociados a lo democrático y defiende a quienes aparecen asociados a lo
reaccionario. “Cuando los Kirchner desembarcaron a nivel nacional, aplicaron la
misma estrategia. Ellos no cambian, Mr Griesa. Insisto, mantienen firmes sus
convicciones. Al fiscal José María Campagnoli le están por hacer lo mismo […].
Es la modernización de un viejo axioma que decía al enemigo ni justicia. O
justicia legítima. O justicia militante. Son varios los instrumentos que los
Kirchner utilizaron para colonizar la justicia y castigar a los rebeldes que no
se arrodillaron ante su altar. Allí está la procuradora Alejandra Gils Carbó
para conducir los ataques a Campagnoli y los que van a venir después. Atención
doctor Ariel Lijo. ¿Conoce ese dicho que advierte que si ves las barbas de tu
vecino cortar, pon las tuyas a remojar? […]”. Después de apuntar sus cañones
contra el juez Eugenio Zaffaroni (uno de los ministros de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación que no comparte la idea de un derecho penal de carácter
represivo), redacta un párrafo que pueden competir con algunos de los pasajes más
destacadas de ¿Qué es esto? (ese pasquín escrito por Ezequiel Martínez Estrada en
contra del peronismo). “Así son las cosas por estas pampas, Dear Griesa. Sepa
que pronto le van a mandar la AFIP para que le haga una inspección integral,
que lo van a insultar por televisión en un programa que se llama six, seven,
eight y que en un par de diarios que nadie lee van a publicar algo raro suyo que
les dio la ex SIDE y lo van a convertir en campaña para ensuciarlo”.
Un poco más adelante, vuelve a la
distinción entre civilizados y bárbaros. Pero, el deseo de ser ocurrente lo
lleva a presentar a las personas que apoyan a Cristina Fernández como seres que
piensan que la totalidad de los estadounidenses son imperialistas y que la
totalidad de los empleados de Héctor Magnetto son individuos que obtienen algo
más que un salario. Lo lleva a menospreciar la lucha contra la pobreza
evidenciando una falta de sensibilidad social que es propia de quien no padece
la miseria, el hambre y el frío. Lo lleva a sugerir que quienes apoyan a un
gobierno que tiene relaciones amistosas con Vladimir Putin son putinistas. Y lo
lleva a considerar que la recordación de Hugo Chávez (un mandatario que fue
plebiscitado hasta el cansancio), es algo malo. “[…] quiero que sepa que hay
diferencias culturales muy grandes entre ustedes, yankys, imperialistas,
empleados de Magnetto y nosotros que estamos a favor de los pobres, de Vladimir
Putin y honramos la memoria de Hugo Chávez”. Para el final, deja lo mejor. Por
un lado, vuelve a presentarnos como un ejemplo de la barbarie. “[…] compañero
Griesa, quiero informarle que nosotros tenemos una interpretación especial del
inglés. Los argentinos sabemos de todo y estamos a la vanguardia de la
traducción simultánea. God save de Queen en Inglaterra tiene un significado. Acá,
significa Dios salve a Cristina. O Dios Nos libre y nos guarde”. Y, por el
otro, revela la esencia de su pensamiento. Según él, la circunstancia de perder
un juicio que puede afectar a la Argentina en más de un sentido no es
importante. Al fin y al cabo, un juicio sólo es eso: un juicio. Nada más. “Hay
sutilezas que usted no entiende, Mr Griesa. Por eso se atrevió a fallar en
contra de nuestro país. Para este gobierno una cosa es perder UN juicio, que es
lo que ha ocurrido y otra cosa muy distinta es perder EL juicio. Ese es nuestro
verdadero problema”. Esto es un ejemplo clarísimo de la colonización cultural
que afecta a algunos sectores de nuestra sociedad: un argentino que se avergüenza
de su país y de sus compatriotas porque el gobierno nacional cuestionó el falló
de un juez estadounidense que avaló la postura de los fondos buitres, en lugar
de contemplar los intereses de la Argentina y de los acreedores que aceptaron
la reestructuración de su deuda pública. En cierto modo, es como un extranjero,
como un extranjero que tuvo la terrible desgracia de nacer accidentalmente aquí,
lejos de la civilización, en medio de la barbarie más escandalosa. Quizás, por
esta razón, el autor de la carta prefiere a los fondos buitres y a los
magistrados que se pronuncian a favor de ellos.
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